Por Víctor O. Gómez CasanovaCuando buscamos el significado de la palabra Debatir en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, nos encontramos con el siguiente resultado: ”Discutir un tema con opiniones diferentes”. Sin embargo, para los que vimos el encuentro entre el Presidente Donald Trump y el Candidato Demócrata Joe Biden, podemos llegar a la conclusión que lo menos que se llevo a cabo en ese espectáculo de mal gusto, fue debatir.
Ha sido el peor ”debate” en toda la historia política de los Estados Unidos. El encuentro se caracterizó por el desorden, la anarquía, el insulto, la falta de inteligencia emocional, el irrespeto y el mal ejemplo de quienes se supone deben ser los dos principales líderes políticos de una Nación que está evidente y peligrosamente dividida. ¿Qué impresión se habrán llevado los niños, jóvenes y adolescentes que vieron por primera vez un encuentro entre dos Candidatos a la Presidencia? ¿Cómo pueden justificar las campañas de ambos candidatos la inconducta de sus líderes al insultarse, descalificarse e irrespetarse mutuamente de manera reiterada? Más que un ”Debate Presidencial” pareció un chisme de comadres de patio o una discusión entre un Liceysta y un Aguilucho en las afueras de un colmado de algún barrio marginado, sin ningún tipo de consideración para la audiencia. No hubo una sola propuesta de Gobierno. No se presentó una sola idea de Políticas Públicas sobre como enfrentar los problemas que afectan a la sociedad estadounidense. El encuentro se caracterizó por ataques y contraataques, descalificativos personales, irrespeto al moderador y a las normas de los organizadores, además de acusaciones de ser payaso, de ser mentirosos, de tener hijo drogadicto, de no ser inteligente, de no haber hecho nada en 47 años, de no tener base de apoyo, de no confiar en los resultados de las elecciones por las boletas enviadas por correo, además de mandarse a callar. Nunca antes en la historia política de los Estados Unidos, la imagen de ese país había quedado tan afectada y tan mal ante los ojos del resto del mundo. Hemos visto y analizado todos los debates desde Kennedy vs Nixon en 1960 hasta Trump vs Hillary en 2016 y siempre lo que más nos impresionaba y nos hacía admirar esos encuentros, era la decencia, elegancia, firmeza y respeto con que se diferenciaban los puntos de vista de los participantes, pero teniendo siempre como objetivo principal a la gente, al pueblo, al país y al mundo. No a ellos mismos. Pero la experiencia de Cleveland el pasado 29 de Septiembre fue todo lo contrario. Los Estados Unidos pasaron de ser un ejemplo de democracia decente, respetuosa y elegante, a una anarquía, irreverente y vergonzosa. ¿Que quién ganó el ”debate”? Ninguno de los dos. Perdió la democracia. Perdió Estados Unidos. Perdió la política. Perdió el mundo. Debería darles vergüenza, pero me duele decir que creo que eso también se perdió.
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Diciembre 2020
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