Por Víctor Gómez Casanova
Es evidente que el caso Odebrecht ha venido acompañado de mucho más que solo denuncias, acusaciones e interrogatorios sobre sobornos, sobrevaluación de obras públicas y tráfico de influencias para aprobación de financiamientos en el Congreso Nacional. Este caso debe llamar a una profunda y seria reflexión de toda la sociedad dominicana, en especial de nuestra clase política, sin importar coyunturas o simpatías partidarias. En este trabajo, queremos presentar un análisis de las diferentes enseñanzas y situaciones que nos deja este proceso. ASPECTO JURÍDICO Independientemente de que se esté de acuerdo o no con la forma en que se llevaron a cabo los apresamientos de los imputados el Lunes 29 de Mayo, y que se considere fuerte o débil la instrumentación y presentación de pruebas del expediente acusatorio por parte del Ministerio Público, con o sin errores, no cabe dudas de que es un hecho sin precedentes en nuestra historia, que un Gobierno asuma la responsabilidad de someter a la acción de la justicia a un grupo de 14 personas, incluyendo altos dirigentes de los principales partidos, un ministro, dos senadores y un diputado en ejercicio, así como ex funcionarios de los pasados gobiernos. Seguramente es un mérito incómodo para él, tanto por lo que esto afecta la imagen de su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) como por su relación de amistad personal y política con varios de los imputados, pero evidentemente que es un mérito para el Presidente Danilo Medina y la política de lucha contra la corrupción de su Gobierno. Hizo lo que nunca se había hecho. Los casos de sometimientos judiciales por escándalos de corrupción que registra nuestra historia, se han producido luego de algún cambio de gobierno de un partido a otro y con los imputados ya fuera del poder político, nunca en ejercicio. Danilo Medina cumplió su palabra empeñada el pasado 27 de Febrero, cuando le dijo a todo el país en su discurso ante la Asamblea Nacional, que ”en su gobierno no hay ni habrán vacas sagradas y que el caso Odebrecht será investigado y llevado hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga” y la mejor prueba de ello ha sido que su compadre tres veces, Ex Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo (2004-2016), actual Ministro de Industria y Comercio, Miembro del Comité Político de su Partido y hombre de su confianza durante los últimos 40 años, figura entre los imputados, así como dos senadores de su tendencia dentro del Partido y un Ex Pre Candidato Presidencial que declinó sus aspiraciones para apoyarlo en las pasadas elecciones presidenciales del 2016. MARCHA VERDE, DANILO Y PUNTA CATALINA Llama la atención que el principal punto de cuestionamiento del Movimiento de la Marcha Verde sea exclusivamente sobre el caso Odebrecht y la Planta Termoeléctrica Punta Catalina, además de escoger la figura del Presidente Danilo Medina para acusarlo como principal y prácticamente único responsable de impunidad y corrupción, como si no existieran más cuestionamientos a otros casos que el rumor público señala también como escándalos de corrupción. No se puede negar que la mayoría de la población dominicana desea que la corrupción y la impunidad sean enfrentadas, y deciden marchar como expresión de simpatía a esa causa, pero es evidente que esa lucha ha sido contaminada política y económicamente por diversos sectores que tienen otras intenciones aparte de luchar contra la impunidad. Detrás de los organizadores y promotores del Movimiento Marcha Verde hay intereses económicos vinculados a los sectores de la generación eléctrica que se ven amenazados por la construcción y entrada en vigencia de la Planta Termoeléctrica de Punta Catalina. Justo es recordar que el país consume anualmente más de mil doscientos millones de dólares en un subsidio eléctrico que es lo más parecido a un barril sin fondo, ya que ese dinero no se recupera y es un gasto inútil que solo sirve para que la tarifa eléctrica no llegue al consumidor más elevada de lo que ya lo es, siendo una de las más caras del continente. Ese dinero sirve además para ir a los bolsillos de empresarios generadores de electricidad que cobran la producción del kilovatio hora a un precio injusto y sobrevaluado, con el agravante que cuando el Estado no tiene el dinero para pagarles, utilizan la modalidad de apagar sus plantas como herramienta de cobro compulsivo, bautizada por el pueblo dominicano como ”apagones financieros”. Esos intereses saben que con la entrada en operaciones de Punta Catalina ellos se verán afectados, porque el país empezará a generar energía a un precio más barato y los competidores se verán obligados a bajar sus precios o salir del mercado eléctrico. De ahí su afán de vincular el escándalo Odebrecht con Planta Catalina y con la figura del Presidente Medina. Justo es recordar que a diferencia de los contratos y las addenda de las obras que figuran en el escándalo de Odebrecht, Punta Catalina no fue asignada grado a grado, ni por una decisión particular del Presidente Medina, sino que fue fruto de la victoria obtenida en una licitación pública internacional. RESENTIDOS Y ENVIDIOSOS POLÍTICOS Cuando buscamos en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el significado de la palabra resentido, vemos que señala lo siguiente: ”persona que se siente maltratado por la sociedad, por la suerte o por la vida en general y muestra una actitud de constante enfado hacia los demás”. Evidentemente que no hay mejor definición para describir ciertos actores políticos que se han querido enganchar en el Movimiento de la Marcha Verde, para procurar un nivel de simpatía en la lucha contra la impunidad y la corrupción que no fueron capaces de obtener con votos mientras presentaban sus nombres como Candidatos en las pasadas elecciones del 2016. Es obvio que envidian la popularidad del Presidente Danilo Medina, quien ganó las elecciones del 2016 con más del 62% de los votos, para ser registrado como el Presidente más votado en toda la historia política de nuestro país y con el agravante para ellos, de que no era su primera elección, sino su reelección, en una especie de referéndum demostrando los más altos niveles de aceptación y popularidad en su gestión de Gobierno, con índices nunca antes visto para ningún Presidente en ejercicio y sirviendo de referencia para otros países en el orden internacional. UN NUEVO ORDEN Sin lugar a dudas que el escándalo del caso Odebrecht ha generado situaciones difíciles e incómodas para la sociedad dominicana en su conjunto y de manera especial para el Gobierno, el Ministerio Público, el Poder Judicial, los Partidos Políticos, nuestro sistema democrático y la clase política en sentido general. Pero ”no hay mal que por bien no venga” dice un viejo y conocido refrán, por lo que estamos convencidos de que esta situación de Odebrecht traerá como consecuencia el establecimiento de un nuevo orden en el manejo de las finanzas públicas y el comportamiento de nuestros dirigentes políticos, tanto para los oficialistas y aliados, como para los opositores. No puede ser que se pida combatir la corrupción y se acuse al Presidente de proteger con impunidad a los corruptos, y cuando el Ministerio Público somete un expediente, si algún miembro de la oposición está involucrado, entonces pasemos automáticamente de exigir y demandar justicia, a denunciar persecución política. A partir del pasado 29 de Mayo, no puede hablarse de lucha contra la impunidad, ni acusar al Presidente de fomentarla, porque el Presidente Danilo Medina ha demostrado con hechos, que no interfiere en los asuntos de la justicia. La clase política dominicana debe someterse a una profunda reorganización y reingeniería para cambiar el modelo de dirección de nuestra Nación. Pero esos cambios no pueden realizarse sobre la base de generalizar y desprestigiar a todos los que abrazamos ”la ciencia más noble después de la filosofía” como definiera a la política, nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte. Otros países han caído en el modelo del populismo decapitando su clase política y dando al traste con el sistema de Partidos y afectando la democracia. Ejemplos los hay de sobra, pero para muestra basta el botón de Venezuela donde evidentemente que ha salido ”más cara la sal que el chivo” o donde la receta de la medicina ha sido peor que la enfermedad. Debemos cambiar nuestra conducta. La ostentación y la arrogancia no pueden seguir siendo el ejemplo a seguir. La sociedad demanda un nuevo orden. La corrupción, la impunidad, la deshonestidad deben ser enfrentadas, perseguidas y castigadas, pero sin que ello signifique disfrazarse y abrazar coyunturalmente un discurso para satisfacer intereses políticos y económicos para ganar con protestas lo que no han sido capaces de ganar en las urnas. Santo Domingo, DN 10 de Junio, 2017
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